junio 03, 2008

Tras-Cen-Der

Era por 1930, no quisiera recordarlo bien porque no quiero llorar. Quizá lo tengo todo claro, pero sólo algo le puedo comentar ya que me lo pregunta, porque para un judío como yo es doloroso remembrar ciertas situaciones…

Me encontraba en el campo de concentración de Ravensbrück, ese era el que me correspondía .Pasé años de mi vida haciendo trabajos forzados, sirviendo a quien no quería y como pago siempre el mismo: castigo y agresión. Muchas veces me pregunté cuál era mi culpa, y no llegaba a otra respuesta que no fuera otra… ninguna. No tenía responsabilidad de nada más que ser una raza extrajera.
Mi Hermano y otros seres por los que sentía cariño fueron destinados a otro campo, Flossemburg. Sentía su falta y al mismo tiempo no tenía tiempo para sentirla, puesto que estaba siempre ocupada haciendo trabajos forzados y siendo castigada, insultada….sólo en ese momento recordaba lo mucho que necesitaba estar con ellos y que no podía. Sólo ahí me daba cuenta de cómo estaba sola.
Todas las noches lloraba. Lloraba sola. Era complicado, porque dormíamos todos muy juntos. No quería que nadie me escuchara. Era muy difícil gemir en silencio, y era justo ahí cuando sentía que mis vísceras podrían ser vomitadas de tanto dolor… oh que ganas de gritar! Oh que ganas de despertarlos a todos!... pero si me escuchaba algún dirigente, delegado del führer podría castigarme de nuevo y a eso le temía. Aquella idea no me permitía dormir y me hacía temblar.

Uno de mis tantos días de faena, recuerdo. Me tocó encausar un río. Ahí me enteré de la muerte de mi hermano y otro de mis seres queridos a manos del maltrato y abuso sin piedad. Ese momento será imborrable pues ahí supe que ya no había más y que verdaderamente estaba sola.
Demoré al menos tres semanas en asimilar un poco lo que acontecía, más allá de vivirlo; entenderlo en sí mismo: un lugar donde sólo hay dolor y más nada. No hay nadie que me pueda ayudar. Perdí a mi familia y sólo veo gente que lo pasa tan mal como yo, pero dentro del dolor de ellos….veo que están acompañados; al menos un familiar les queda, algún conocido para apretarle la mano cuando se viene el momento del terror.

- No señor, agradezco su pañuelo, pero mi lágrima no es de tristeza… ya no. Es de impotencia y rabia. Sin embargo agradezco su intención. Valoro mucho, gestos tan delicados como el suyo…recuerde que en algún momento nadie me tendió la mano.
Pero ya que hace un rato preguntó, déjeme continuar, total, ya queda poco.

Cuando vi que ya no había nadie, no se que sentido tenía seguir soportando en el gueto, quizá de tanto odio y pena… poco importaba ser insolente, malobrar para que me fusilaran y terminar luego conmigo….. ¿quedarse solo..qué sentido tiene ? y en un ambiente hostil.. menos.

-Tengo una nebulosa, sabe?. Doy un salto magistral hasta el 45’. Sólo se que pensé para continuar…. “ no piense, ejecute”.

Tenía mi ropa sucia. Parecía un verdadero vagabundo- y bueno, eso es lo que era a fin de cuentas-No podía esperar más ahora que había terminado la guerra. Qué triste fue ver como tantos que estuvieron conmigo murieron !, que los tuve a mi lado y luego dejaron de existir. Recuerdo un homosexual que fue mi amigo casi al final del camino, pero falleció en la cámara de gases.
Siempre que creía que algo florecía; moría. Podría haber danzado el más hermoso de los vals pero el piso de mi salón siempre estaba construido de mierda. Eso me indignaba, me llenaba de odio contra la vida, mi vida.
Me ataba la opresión, el terror, la agresión y sus derivados.

- No insista por favor con su pañuelo hehehe, estoy tranquila. Es más, hasta estoy contenta. No a cualquier persona podría relatarle esta historia. Usted es importante.

Bien, No olvidaré jamás el día que terminó la guerra y pude salir de mi prisión. Recuerdo que llevaba un gorro harapiento en la cabeza.
Salí del lugar y vi como todo estaba en el suelo……el panorama continuaba siendo gris y desolador. Todo estaba arrasado. Ese día en particular hacía mucho frío. Yo tenía el rostro arañada…y el viento soplaba en mi cara ardiendo mis heridas.
Al ver tal horizonte, ver gente en el suelo, escombros, escuchar quejidos…sólo apreté mi gorro contra el pecho. No quise lamentarme. Miré al cielo y aunque me ardían mucho las heridas, dejé que el viento acariciara mi face. Al cerrar los ojos sólo fui yo y nadie más, el mundo desapareció, la escena también y el aire penetro todo mi ser. Al momento de inhalar supe que eso era algo similar a la paz.

- Imagine! Yo del 30’ .Incluso antes, no sabía, no recordaba que era eso.
-Entiendo.


Mi pecho podría haber explotado. Yo pienso, frente a algo así, debería haberme hincado a llorar, más no lo hice. Ya no había nada que hacer. ¡Qué extraño lo que sucedió !. Nunca más volví a sentir aquella paz. Miré nuevamente mi alrededor para convencerme de lo que pasaba, y mi sensación continuó. Entonces, me saqué el pseudoabrigo que llevaba, me lo cargué al hombro y me fui caminando en dirección al estero, gozando la caricia que el vendaval hacía sobre mis heridas que ya no me importaban en absoluto. Cayó la lluvia sobre mi y eso me hizo inmensamente feliz. Fue balsámico. Podría haber girado como un loco mientras el agua se deslizaba por mi cuerpo lastimado, pero yo estaba muy contenta pese a todo. Nada importaba, ni siquiera si ya me había vuelto loca.

Belen DeLa Hostia